viernes, 26 de febrero de 2010

Arquitectura, sociedad y ambiente

Tres palabras; tres conceptos que trascienden al tiempo; desde los inicios de la civilización hasta el presente, bajo todas las influencias culturales que podamos enumerar e imaginar, estos tres conceptos, siempre intemporales, juntos o separados; nos remitirán al hábitat humano, al medio natural y/o artificial, y se teñirán con los matices de cada lugar, confiriendo a cada una de estas tres palabras, el sentido, más que el significado; el humanismo que la etimología del término por su especificidad, no puede significar.
Retomando los conceptos de la nota del número anterior de Espacios; donde refiero a distintos movimientos filosóficos y artísticos que a lo largo de la historia, han sido lumbres de las cuales hemos abrevado muchos, resalto puntualmente el esfuerzo que hombres del arte, la arquitectura y el urbanismo han hecho en pos de un ambiente sano y una mejor calidad de vida y se preocuparon, cada uno desde su enfoque, por lograr un sinceramiento acorde a los cambios que la sociedad de entonces estaba experimentando, dejando importantísimos legad os, sobre urbanismo, arquitectura y diseño.
No hay dudas que la revolución industrial; como hecho necesario y trascendental en la continuidad del desarrollo del capitalismo imperialista, y la parafernalia tecnológica, como paradigma en la construcción de nuevas expresiones, basadas en las vanguardias artísticas surgidas hacia fines del siglo XIX y durante el primer cuarto del siglo XX, y sus convulsiones y transformaciones; representaron un modo de producir, este modo de producir, bienes y servicios, públicos y privados, se ha hecho a un alto costo desde el punto de vista ambiental ya que las principales fuentes energéticas sobre las que se ha apoyado, han sido recursos no renovables, principalmente combustibles fósiles, con el agravante de que sus procesos industriales de transformación y su posterior aplicación en los distintos sectores de la producción, son y siguen siendo altamente contaminantes y degradantes del medio ambiente.
El desequilibrio que experimentaron las ciudades, en este proceso de expansión industrial, fue captado por distintos sectores de la sociedad, que en algunos casos estaban más preocupados por hacer de la ciudad un engranaje más de la maquinaria de la industria, que hacerla más humanizada, desde la Ciudad Jardín impulsada por la burguesía londinense, la ciudad industrial de Tony Garnier, los planes urbanísticos de Le Corbusier, los planteos organicistas de F. LL. writh, five Architect y la dinámica de la modernidad, etc. hasta Brasilia, (la ciudad proyectada por Lucio Costa en Brasil, principal exponente del urbanismo Lecorbusiano en America Latina), responden a planes estrategicos y de ordenamiento territorial acorde a una pólítica de estado de expansión industrial.
Así como el espíritu de eficiencia al servicio de la maquinaria de la industria, ha caracterizado las políticas de estado de los países centrales durante el siglo XX, y en general ha mirado de soslayo a las cuestiones ambientales y sociales, en este nuevo escenario, de nuevos paradigmas tecnológicos, más “amigables” con el medio ambiente, se vislumbra un cambio de rumbo, una conciencia nueva; se imponen los concursos con premios al “más sustentable”, acuerdos internacionales que comprometen a los países más desarrollados a reducir las emiciones tóxicas, con el objetivo de frenar el calentamiento global, como parte de un proceso de transición hacia tecnologías totalmente limpias, la incorporación de asigaturas concientizadoras sobre el cuidado del medio ambiente en las escuelas, en fin, creo que el fenómeno de la globalización, ese mundo multipolar en donde las fronteras se desdibujan bajo la densa trama de las telecomunicaciones al alacnce desde la oficina o el hogar, (la internet y la desmacificación de los medios de comunicación), pone en nuestras manos nuevas herramientas, que como medios de divulgación y concientización se transforman en instrumentos de decición, no solo en cuestiones ambientales sino también, en la economía, generando posibilidades antes impensadas, en las relaciones personales, en la salud, en la educación, etc.
No obstante podríamos abordar el tema ambiental desde un enfoque más técnico y específico, divulgando datos, porcentajes, estadísticas, podríamos agobiar con reiteradas prognosis pseudocientíficas que anticipan mega-desastres naturales, como preludio del fin de los tiempos, etc,…pero el objetivo de estas reflexiones no es generar espectativas, (falsas o no), sino, simplemente tratar de ayudar a entender que está en nuestras manos “SALVAR AL MUNDO”…
El respeto al medio ambiente como valor de la sociedad en general, y en particular, como premisa fundamental en el quehacer de las distintas diciplinas que más influyen en la transformación del medio; desde la arquitectura bioclimática, reduciendo el consumo energético de los edificios, a partir del uso de materiales con mayor inercia térmica, el estudio del soleamiento, la ventilación, el uso de fuentes energéticas limpias, (energía solar, eólica), etc.; como sustentable, el uso de materiales cuyos procesos de fabricación generen menor impacto en el medio ambiente y puedan ser reciclados, reducidos o reutilizados, etc.
Está claro que estos conceptos forman parte de un ideal que ha de construirse entre todos, es un camino, un proceso en donde todo el conjunto de la sociedad está involucrado; no lograremos arquitectura sustentable sin desarrollo económico regional-sustentable, sin dirigencia política que actúe a favor de estos objetivos.
La sustentabilidad como fenómeno cultural e ideológico, a partir del cual se puedan resolver los porblemas más acuciantes de la sociedad, como la vivienda social por ejemplo, nos pone frente a un nuevos desafíos, la presevación del recurso paisaje, valoración del clima, la protección de flora, fauna, el respeto por expresiones culturales de cada lugar, su gente, su arte, su sentir, son parte de un pueblo que se epseranza, progresa y evoluciona…

Arq. Claudio Flores

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